

Dicen que cuando uno se pelea con alguien tiene dos problemas: enojarse, primero, y amigarse, después. Lo que no dicen es que, en el mientras-tanto, quedan formas rotas, situaciones truncas de las que, más tarde que temprano, alguien deberá hacerse cargo. Especialista en partir flechas de la amistad –atención al dato–, el primer gobierno kirchnerista hizo de la irritación una asignatura. Sin embargo, en la órbita FMI, sacó la billetera y, sin irritación, canceló “cash u$s 9.000 millones. Esto, que debería haber servido para acercarse al Fondo, no ayudó entonces. Ahora los teenagers de Economía ya trabajan en el segundo de los problemas. El romance financiero “alla turca (en el que no falta neblina), habilitó que algunos fondos de inversión trajeran algo de dinero barato para comprar títulos. La apuesta es de corto plazo y sujeta a condiciones: cualquier mensaje inapropiado podría enfriar la virtual reconciliación. En paralelo, los bonos argentinos son el termómetro que mide qué entienden los inversores sobre lo que hace el Gobierno en la tierra de Constantino. Para muchos, los bonos argentinos son la inversión del momento porque se especula un reencauzamiento hacia el FMI. Esto hizo que, en los últimos meses, los títulos duplicaran su precio. Como se paga más por el mismo bono y el interés es fijo, una mejora del precio redunda en una baja del rendimiento. Sin embargo, aún hoy, un bono argentino a 2012 paga 12% anual y uno venezolano paga 3%. Ergo, podrían seguir creciendo. Pero no puede haber guiño del Fondo sin Indec, Club de Paris, holdouts; materias que muchos piensan insalvables en el corto plazo. Porque si bien hay más capitales, escasean las convicciones: los inversores compran bonos solo para venderlos bajo la bandera de la especulación. A propósito de flechas, responsabilidades que el tiempo borra y banderas: ya en plan de ataque y al galope, avanzaban los bravos indios en un capítulo de “El Llanero Solitario . Viendo a lo que debía enfrentarse, el Llanero Solitario decreta a su compañero, el indio Toro: “Creo que estamos perdidos . Y Toro, que tenía cierto aire a Néstor y destilaba sarcasmo que era un infierno, le espeta: ¿“Estamos , Kimosabi?










