Ayer, el imaginario mundo del Bien perdió al más torpe de sus espías; algo que seguramente él habría interpretado como un avance de Kaos, la superorganización del Mal. Sin embargo, quienes tienen cerca de 30 saben que lo que se perdió es algo más que el protagonista de una de las mejores series cómicas de la historia, el Super Agente 86: es, tal vez, la infancia.

A los 82 años, Don Adams, el actor que encarnó a Maxwell Smart en la tira, murió a causa de una infección pulmonar. Así pasó a la historia este antihéroe, versión parodiada de James Bond, que, pese a su manifiesta idiotez, autosuficiencia e inutilidad, siempre terminaba ganando al final del capítulo. Claro que la agente 99 (Barbara Feldon en la vida real) lo ayudaba bastante.

El nombre original de la serie era Get Smart, con guión del humorista y director Mel Brooks, que debutó en septiembre de 1965 y tuvo éxito inmediato: ganó dos veces el premio Emmy a mejor comedia, y Adams, tres veces el de mejor intérprete de comedia.

“La CIA está en los diarios todo el tiempo, y el FBI tiene su propio programa de televisión. Somos la única organización secreta en el mundo de la que nadie oyó hablar , dijo en un capítulo Smart, al hablar de C.O.N.T.R.O.L., la agencia del recontraespionaje para la que trabajaba.

La serie se burlaba implícitamente del maniqueísmo del Bien y el Mal que instaló la Guerra Fría, visión que a veces los discursos del presidente George Bush parecen tomarse en serio.

La 99: –¡Oh, Max, qué terrible!

Max: –Él se lo merecía, 99. Era un asesino de Kaos.

La 99: –A veces me pregunto si realmente somos mucho mejores.

Max: –¿Qué estás diciendo, 99? Nosotros tenemos que disparar y matar y destruir porque representamos todo lo que es sano y bueno en el mundo.

Los ultramodernos objetos de espionaje de la agencia quedarán para siempre en el recuerdo, en especial el zapatófono, mezcla de zapato y teléfono, y el cono del silencio, que buscaba inútilmente resguardar las conversaciones secretas. También, los personajes de Sigfrid –líder de Kaos–, el Jefe, Jaime, Laraby y el Agente 13, que había nacido en un ascensor y por eso siempre le tocaban misiones difíciles, como esconderse en relojes cucús o buzones.

Y, por supuesto, difícil será olvidar las ineptitudes del Super Agente 86:

El Jefe: –No tenemos pistas de dónde pueden ser capaces de infiltrarse. Podría ser incluso el Pentágono.

Max: –Tiene razón, jefe. Pero incluso si ellos pusieran un hombre dentro del Pentágono, eso no significa que él podría ser capaz de salir. Recuerdo que uno de nuestros agentes estuvo perdido allí por tres días.

El Jefe: –¿Tres días? Max, ningún agente podría estar tan confundido.

Max: –Bien, déjeme ver. Fui un viernes...