

La Iglesia Católica ha marcado un hito en su historia con la elección de Robert Francis Prevost, de 69 años, como el Papa número 267, el primero nacido en los Estados Unidos. Tras su elección, el nuevo Sumo Pontífice ofreció sus primeras palabras, revelando el profundo significado detrás de su nombre papal: León XIV.
En una declaración que resonó en todo el mundo, León XIV explicó que su elección es un claro homenaje a su predecesor, León XIII, y una manifestación de su compromiso con una misión crucial: "Prestar más atención a los problemas de orden social en el mundo, así como a los de la justicia".
Quién fue León XIII y por qué es tan importante en la Iglesia
La figura de León XIII es fundamental para comprender la elección del nuevo Papa. Fue él quien, en 1891, promulgó la histórica encíclicaRerum Novarum, la primera encíclica social de la Iglesia.
Este documento pionero sentó las bases de la doctrina social católica al reclamar que "la fuerza de trabajo del hombre no sea considerada como una mercancía", un principio que aún hoy mantiene su vigencia. "Al sentirme llamado a proseguir este camino, pensé tomar el nombre de León XIV por varias razones", explicó el nuevo líder de la Iglesia Católica.
Los verdaderos motivos detrás del nombre del nuevo Papa
Profundizando en su elección, León XIV señaló que "la principal es porque el Papa León XIII, con la histórica Encíclica Rerum Novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial. Hoy, la Iglesia ofrece a todos su patrimonio de doctrina social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo".

Con esta declaración, el Papa León XIV establece un vínculo directo con el legado de un pontífice que marcó un antes y un después en la postura de la Iglesia frente a las problemáticas sociales emergentes de su tiempo.
Su elección de nombre no solo es un tributo, sino una clara hoja de ruta que anticipa una gestión papal enfocada en los desafíos contemporáneos, desde la justicia social hasta las implicaciones éticas de la inteligencia artificial y el mundo laboral en constante transformación. La Iglesia Católica entra así en una nueva era bajo el liderazgo de un Papa con una visión clara y una profunda conexión con su tradición doctrinal.















