LA ESCASEZ DE AGUA AMENAZA A LOS PAULISTAS Y SE CUELA EN LA CAMPAÑA

Rousseff sale a la caza de San Pablo, el corazón financiero de Brasil

Cuando el reloj marca las 18 horas en San Pablo, una hilera de gente se dirige a paso apresurado a la boca del subte más cercana. Los vagones vienen repletos y el aire acondicionado no alcanza para darle alivio a tantos pasajeros. El subte cuesta tres reales (10,30 pesos). En junio de 2013 el gobernador Gerardo Alckmin, del conservador Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB), subió 20 ínfimos centavos la tarifa y la población, harta, con la subida como detonante, salió en bloque a la calle en una oleada de protestas que sacudió el país de arriba abajo.

Varios meses después, toda esa población acude nuevamente a las urnas este domingo para definir en segunda vuelta el destino político de su país. En este escenario, en las calles de San Pablo el smog de los autos se mezcla con la incertidumbre de los electores. Es un estado provincial con 42 millones de personas, o sea, una Argentina. Aquí se definen las contradicciones de un país que ha sabido crecer a pasos agigantados pero que en la actualidad sus índices muestran números rojos. La desigualdad marca el ritmo de la vida de los paulistanos: mientras que en la calle del Comercio la maquinaria financiera no tiene descanso para mantener la imagen de un Brasil pujante, en Plaza Sé es copada por un campamento de cartoneros. En otro punto de la ciudad, el movimiento de los Sin Techo ocupa un edificio abandonado. Estas contradicciones se vieron reflejadas en las urnas: pese al descontento de gran parte de la ciudadanía paulista, el gobernador Alckmin logró su reelección en la primera vuelta de los comicios presidenciales.

La presidenta sabe que San Pablo tiene histórica preferencia por el PSDB y que su candidato, Aécio Neves, es el gran favorito para sacar la mayor cantidad de votos este domingo. Sin embargo, desde el PT no se dan por vencidos: como parte de su estrategia electoral hace una fuerte campaña en la ciudad.

La estrategia del gobierno brasileño se explica en lo que algunas fuentes del oficialismo revelaron a El Cronista: Dilma planea un segundo mandato más "pro mercado" con discurso menos radicalizado para contentar a los inversores extranjeros. De cumplirlo, la mandataria aceptaría el pedido de las centrales industriales y los sectores financieros que exigen que Brasil deponga su postura proteccionista y vaya a la búsqueda de nuevos mercados para reactivar la economía. En los días que restan de campaña, el PT irá en búsqueda del voto de los electores paulistas que eligieron a Marina Silva. Como parte de esta estrategia, los gobernadores oficialistas de Bahía y Piauí recorren los barrios más periféricos de la ciudad y la región metropolitana de San Pablo, bastiones históricos del PT que fueron captados por Silva.

Otra estrategia para crecer en el mayor Estado elector de Brasil será explotar la crisis del agua. El drama comenzó en el interior, pero ahora la afecta directamente la capital paulista. El 60% de sus habitantes tiene escasez de agua. En julio eran apenas 35% y el resto no se preocupaba demasiado. Ahora la problemática se instaló en las regiones de clase media y clases altas. Un tercio de quienes habitan en los mejores barrios informó sobre la existencia de cortes no programados, que duran hasta 6 horas.

El gobernador paulista emitió una propaganda para pedirle a la ciudadanía que no laven sus autos o las veredas de sus casas.

Rodeada de manantiales, era impensable una crisis hídrica en la gran San Pablo. Sin embargo, en la actualidad los 68 municipios que la nuclean están acechados por la sequía y la escasez del líquido. La semana pasada el reservorio bajó a niveles críticos y está en menos de 4% de su capacidad. El PT ya comenzó a repartir volantes donde responsabilizan directamente a Alckmin por la crisis.

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